La segunda habitación corresponde a un “no querer” negativo; está vinculado a proteger, a toda costa, lo que ha sido rutina, lo que se conoce. Algo que fue importante y necesario en su momento, puede que ya haya cumplido su función. Tenemos el control pero es tenso; necesitamos soltar para dar espacio, tiempo y energía a lo nuevo.
Hemos recogido cuatro aspectos que hay que dejar en los procesos de colaboración. Cada uno de estos aspectos incluye claves que corresponden a uno o varios ejes de trabajo:

1. Dejar de tener miedo
2. Dejar de hacer cosas que nos ocupan y centrarnos en lo importante
3. Dejar de luchar con los límites
4. Dejar de usar un lenguaje tecnócrata


1. Dejar de tener miedo  

  1. Los miedos desaparecen cuando planificamos. Los miedos aparecen cuando vamos a probar a hacer diferente o cuando vamos a: (Tres ejes)
    1. Dejar lo conocido. Es parecido al vértigo; es bueno escucharlo porque hacer caso a estas dudas permite hacer de verdad diferente. Además, también hay parte de cambio personal, de adquisición de nuevas competencias.
    2. Impulsar nuevas acciones. Miedo a equivocarnos haciendo de forma diferente; parece que se asume mejor hacer todo igual y no conseguir los objetivos, que hacer diferente y asumir el riesgo de equivocarse. Esta fantasía supone un freno para activar nuevas acciones.
  2. Hay miedos y reticencias a salir de nuestras organizaciones, a realizar trabajo en “la calle”. Suena a dejar de estar protegidos y protegidas y a vivir posibles situaciones de roce y conflicto en la medida que nos encontramos con personas y organizaciones con necesidades, historias y lugares diferentes. (Eje público-social).
  3. Miedo a probar y romper el perfil de promotora estática. Nos cuesta gobernar los proyectos con otras personas y organizaciones; si no lideramos o subvencionamos nos tenemos que encontrar y poner de acuerdo. (Eje público-social).
  4. La sensación es que, en ocasiones, hay un trabajo de contención de la iniciativa ciudadana. Parece que resulta difícil ver la fuerza y la energía que tiene la ciudadanía para actuar; tendemos a pensar que la ciudadanía utilizará los espacios de encuentro para ser crítica y que no podremos construir juntos y juntas. (Eje público-social).

2. Dejar de hacer cosas que nos ocupan y centrarnos en lo importante  

Dejar de realizar algunas tareas, las rutinas conocidas, es la única manera de hacer nuevo y dar espacio a otras acciones.

  1. Ir más despacio y recuperar el rumbo. Podemos preguntarnos; ¿cómo podemos replicar sin duplicar? Si duplicamos perdemos energía. (Eje intrainstitucional).
  2. Dejar de hacer nuevos desarrollos y reforzar lo que está ya lanzado. (Tres ejes).
  3. Dejar de replantearnos las cosas una y otra vez, de trabajar a “salto de mata” y programar mejor. (Eje intrainstitucional).

3. Dejar de luchar con límites  

  1. Perdemos mucha energía en querer cambiar actitudes, valores o maneras de ver el mundo de algunas personas. La energía va donde ponemos la atención y, de esta manera, nos quedamos solo con lo que parece no querer cambiar. Sobre este punto aprendimos del proyecto de la Red de Bibliotecas de Andalucía: “No hay que buscar voluntariado bibliotecario, sino voluntariado experto en empleo e igualdad”. (Eje intrainstitucional).
  2. Del mismo modo, a veces centramos la atención en las personas convencidas; es importante cuidarlas y comenzar el acercamiento a otras personas que no lo están tanto. (Eje público-social).
  3. Luchamos contra los límites y ponemos excesivo foco en los problemas. Hay que conocer los límites, conversar sobre ellos y dejar claro el marco. De esta manera, sabiendo lo que no podemos modificar, podemos girar nuestra mirada hacía todo lo que nos está permitido cambiar. (Eje intrainstitucional).

4. Dejar de usar un lenguaje tecnócrata  

Facilitar el lenguaje para construir puentes que nos permitan acercarnos a otras personas. No se nos puede olvidar que utilizar un mismo lenguaje hace que las personas se sientan entendidas. (Tres ejes).