Axel Moreno: «Es importante desarrollar marcos jurídicos flexibles para incorporar la cooperación público social a la agenda institucional»

Axel Moreno ha desarrollado su labor profesional, en los últimos años, como director de las áreas de Participación Ciudadana y Empoderamiento Social e Igualdad y LGTBI del Ayuntamiento de Pamplona. Conocedor de los procesos de colaboración público social, afirma que la sostenibilidad de los procesos de gestión comunitaria va a depender del compromiso de las instituciones y de la capacidad del tejido social de calibrar su implicación para sostener el proyecto.

Axel, a tu modo de ver, ¿cuáles son las claves que definen un proyecto de gestión comunitaria de un espacio público?

La gestión comunitaria pone la gobernanza de un recurso público en manos de la comunidad local. Se trata de un modelo alternativo a la gestión pública desde el tejido institucional, a la gestión privada desde el tejido económico y a la gestión público-privada cuando las instituciones delegan la gestión de servicios en la contratación de empresas y entidades.

Es una gestión basada en la relación público-social donde una parte de la ciudadanía, y del tejido de una comunidad, se responsabilizan de la gestión de un recurso público o un bien común de su territorio en beneficio de toda la comunidad.

La gestión comunitaria necesita desarrollarse a través de estructuras de gobernanza democráticas y abiertas, basadas en la participación y la transparencia. Es una relación más rica y compleja que implica a múltiples agentes del territorio y donde se producen continuas interacciones entre la colaboración y el conflicto.

¿Qué retornos y beneficios sociales aportan los proyectos de estas características?

La gestión comunitaria construye nuevos modelos de políticas urbanas al desarrollar una nueva concepción de lo público que no queda limitada a la esfera institucional; políticas públicas orientadas a desarrollar el derecho a la ciudad con la implicación y participación de la ciudadanía.

Genera procesos de conexión entre personas y proyectos que construyen nuevas relaciones sociales (redes de apoyo informal y espacios de articulación colectiva), generando capital social y fortaleciendo la cohesión social.

Impulsa la innovación social, la experimentación y la posible réplica de nuevas prácticas sociales emergentes como huertos urbanos, centros comunitarios, gestión ciudadana de equipamientos, transformación de espacios públicos, etcétera.

Desarrolla respuestas colectivas a problemas y necesidades locales desde el empoderamiento social, la participación ciudadana y la acción comunitaria.

Este BherriLab aborda cuatro ejes de trabajo: marco jurídico, colaboración, criterios de cesión y adjudicación e indicadores de retorno social. En tu experiencia, ¿dónde están los potenciales? ¿Cuáles son las palancas que pueden propiciar cambios en estos ámbitos?

Es muy importante el desarrollo de marcos jurídicos abiertos y flexibles que posibiliten y faciliten la incorporación de procesos de cooperación público-social a la agenda institucional.

Para ello, es necesario generar espacios de encuentro y diálogo público-comunitario en nuestro contexto. Esto implica impulsar procesos de aprendizaje, a través de proyectos concretos, dónde el tejido social e institucional puedan experimentar de forma práctica nuevos modelos de gestión y contar con figuras que medien, faciliten y apoyen estos procesos en sus primeras etapas.

También es clave, conocer las experiencias que, actualmente, se están desarrollando en otros territorios y articularse con ellas para rentabilizar la inteligencia colectiva en torno estas prácticas.

¿Puedes compartir algún aprendizaje que pueda ayudar a proyectos que están en marcha o a punto de iniciarse?

La confianza, el reconocimiento y la escucha van a ser claves. Esta confianza debe construirse y cuidarse por parte de todas las personas y entidades participantes, tanto en sus relaciones internas (dentro del tejido social y del institucional), como en la relación entre ellas.

En estos proyectos, puede ser de gran ayuda contar con la facilitación y acompañamiento externo de personas o entidades expertas que apoyen el proceso y cuenten con la confianza de todas las partes implicadas.

La puesta en marcha y la sostenibilidad de los procesos de gestión comunitaria van a depender del compromiso de las instituciones con la implementación de recursos y el desarrollo de líneas estrategias que fortalezcan este modelo de gestión. A su vez, por parte del tejido social, de calibrar su capacidad para sostener el proyecto a la hora de comprometerse con su desarrollo.

Y por último, abordar la gestión comunitaria como procesos de aprendizaje y experimentación incluye poder generar marcos más abiertos, donde poder flexibilizar los ritmos, dejar espacio a lo imprevisible y margen al trabajo desde el error o el fracaso.

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