¿Cómo impacta la teoría y la práctica de la interseccionalidad en la colaboración público-social?

La interseccionalidad es un enfoque y una herramienta que abre la posibilidad de comprender en mayor profundidad la complejidad de las desigualdades y la forma en la que estas interactúan. Para establecer una buena colaboración pública con la ciudadanía esta mirada es, por consiguiente, imprescindible. Por un lado, permite identificar distintas necesidades y, como consecuencia, un mejor diseño de políticas públicas. Por otro lado, provoca que las administraciones puedan establecer relaciones más justas y equitativas en sus espacios de participación.

Jone Otero, autora de este artículo, es facilitadora, consultora e investigadora en políticas públicas, igualdad, cultura, medioambiente o cooperación, entre otros. Graduada en Comunicación, Máster en Investigación, Consultoría e Innovación Social y postgrado en Igualdad de Mujeres y Hombres, cuenta también con formación en coaching de equipos.


En la medida en la que la interseccionalidad es un recurso para que las personas entiendan cuál es la posición que ocupan en las estructuras sociales, se provoca una reflexión en el interior de las administraciones para entender qué relaciones de poder inconscientes pueden estar reproduciéndose en el contacto con la ciudadanía.

Los ejes de opresión (como la raza, la clase, la sexualidad, la edad, el sexo, la etnia, el origen, la capacidad, el género…) se articulan de tal forma que hacen que una misma persona pueda ser oprimida y opresora al mismo tiempo. Por eso, en ese autoanálisis el contexto y cómo esto altera nuestra posición en relación a otras personas es un elemento imprescindible.

Se trata de una herramienta poderosa para comprender, desde las administraciones públicas, la forma en que la interacción entre los múltiples ejes de opresión afecta a su ciudadanía. Esto va a facilitar diagnósticos más precisos y la posterior ideación de respuestas, políticas y servicios, tanto de carácter preventivo como reactivo, que aborden las discriminaciones específicas que muchas personas sufren.

Por último, la interseccionalidad es fundamental, igualmente, para garantizar espacios de participación (diseño, convocatoria, tonos, códigos, horarios, lenguas, moderación, etc.) que, equitativamente y evitando enfoques equidistantes, aseguren la conversación y escucha de todas las voces.

¿Cuáles son las reflexiones que habéis hecho en vuestra organización en relación con la interseccionalidad? ¿De qué manera la habéis incorporado en los diagnósticos? ¿Qué experiencias de colaboración entre áreas o departamentos han sido exitosas? ¿Qué relaciones desiguales de poder habéis identificado en el ejercicio de procesos participativos? ¿Qué estrategias habéis aplicado para que los espacios de participación sean diversos y equitativos?

#tipsyclaves

En el libro de Maria Rodó-Zárate, Interseccionalidad, se comparte la siguiente experiencia:

“En una ocasión, en un seminario sobre jóvenes LGTB racializadas y sus experiencias con la policía, me sorprendió la enorme voluntad para promover la participación inclusiva, Había sido impulsado por un centro de investigación que trabaja conjuntamente con las comunidades y donaban billetes de metro a las jóvenes participantes para que pudiesen ir al seminario. En los debates semanales utilizaban dinámicas muy inclusivas, como por ejemplo pedir que primero hablasen las jóvenes y las estudiantes, y que solo cuando ya no había nadie de estos grupos que quisiese participar, lo hiciese el profesorado. Se tenía en cuenta que hablasen las mujeres y que hubiese diversidad en cada comisión o acto.”

Hay muchas experiencias valiosas más, como la del Ajuntament de Terrassa, recogida en la Guía para Incorporar la Interseccionalidad en las Políticas Locales. Además, a continuación se proponen algunos tips o claves que pueden ser de ayuda en el trabajo desde un enfoque interseccional:

ANTES DE COMENZAR:

  • Se ha hecho una reflexión de las miradas, diversidad y conocimientos del equipo.
  • Se ha roto la segmentación por áreas y se ha creado un equipo híbrido que asegure la diversidad de enfoques.
  • Se ha planteado la posibilidad de recibir una formación o invitar a alguien que aporte los enfoques necesarios para hacer un proceso de participación equitativo.

DIAGNÓSTICO:

  • En el diagnóstico y análisis de la situación se han tenido en cuenta variables que representan los distintos ejes de opresión (como la raza, la clase, la sexualidad, la edad, el sexo, la etnia, el origen, la capacidad, el género…).
  • En el diagnóstico y análisis de la situación se han tenido en cuenta la forma en la que las desigualdades se articulan y afectan a la ciudadanía con la que se desea trabajar.
  • En el diagnóstico y análisis de la situación se han identificado discriminaciones específicas que sufren algunas de las personas de la ciudadanía con la que se desea trabajar.

PREPARACIÓN DEL PROCESO PARTICIPATIVO:

  • La convocatoria, si la hubiera, se adapta a la diversidad de realidades de las personas con las que se quiere trabajar (anuncios en colas de supermercados o visitas a los hogares “del jubilado” si son mujeres mayores y autóctonas de clase económica media/baja, por ejemplo).
  • En el diseño del proceso y espacio participativo se han tenido en cuenta aspectos como horarios, accesibilidad, idiomas, tonos o metodologías.
  • Se ha reflexionado sobre el perfil de la persona o personas que facilitarán el encuentro para disminuir al máximo las relaciones de poder en la interacción.

DURANTE EL PROCESO PARTICIPATIVO:

  • Se han activado estrategias previamente diseñadas para asegurar la participación equitativa de las participantes.
  • Las personas del equipo de la administración han hecho un trabajo previo para activar la escucha atendiendo al contexto de quienes toman la palabra.
  • La información recabada se ordena e interpreta teniendo en cuenta la articulación entre las variables discriminatorias, los objetivos del proceso y el contexto.

Todo el proceso, además, exigirá una constante (auto)evaluación para asegurar que el enfoque interseccional se mantiene. Es fundamental que los procesos participativos huyan de ser visualmente diversos e inclusivos (incluso, en ocasiones, esencialistas y estereotipados) y que, en su lugar, puedan activar pequeñas transformaciones profundas a través de análisis complejos y conversaciones situadas.

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