El 14 de noviembre amanece claro y soleado; es el tercer encuentro presencial de Bherria. Nos acercamos a San Antonio de Etxebarri, concretamente a las instalaciones de Mugarri Gaztegunea, con el propósito de conocer, de primera mano, el modelo de desarrollo comunitario y participación ciudadana de este municipio de Bizkaia. ¡Y vaya si lo hacemos!
Nos interesa saber sobre el origen de este barrio; así, José Alberto Vicente, párroco de San Antonio en Etxebarri, explica que “San Antonio de Etxebarri no existía hace 60 años; en aquella época solo había campas y caseríos; lo que es ahora la zona baja del municipio, era una comunidad euskaldun”. En la dećada de los 50, el pueblo creció notablemente en población por la llegada de personas migrantes del resto del Estado, quienes fueron construyendo sus chabolas en la zona alta de la localidad. No existían calles, ni saneamientos, ni servicios; solo había chabolas construidas por las personas que llegaban al lugar. “La gente que venía a San Antonio”, apunta José Alberto, “se sentía abandonada por Etxebarri. De hecho, existía una señal en la que claramente se podía leer ‘Camino a Korea’, haciendo alusión a personas que provenían de otros lugares”.
De esta manera, se fue configurando un barrio en el que la solidaridad estuvo presente desde el primer momento. Los intentos por derribar las chabolas se encontraron con la respuesta de un movimiento ciudadano en defensa del espacio ganado; con el tiempo, hubo una transformación de las chabolas que se asentaron en núcleo urbano en el barrio de San Antonio. “El barrio fue creciendo, no existían carreteras ni tampoco planes de urbanización, simplemente un camino de piedras (Harribide) que conectaba San Antonio con la parte baja de Etxebarri”, continúa el párroco.
A principios de los años noventa, ‘La Voz del Pueblo’, una agrupación electoral impulsada por el movimiento vecinal, se presenta a las elecciones municipales y las gana. Así, el primer alcalde de la agrupación fue un maestro de escuela cuya vocación era educativa, no política; la alcaldía se asume como una actividad más de voluntariado. Desde aquel primer triunfo electoral, “La Voz del Pueblo” ha obtenido mayoría absoluta elección tras elección.
Infancia y juventud en Etxebarri
Llama la atención el interés de la ciudadanía de Etxebarri por la participación. Una de las consecuencia de este interés es la existencia de Fundación Harribide, una entidad que aglutina los grupos de tiempo libre del municipio y por la que han pasado el 90% de los vecinos y vecinas de San Antonio. En la actualidad, más de 400 niños/as y jóvenes, junto a 40 monitores y monitoras, integran este proyecto de educación no formal en el tiempo libre. Este colectivo, en funcionamiento desde hace más de 36 años, comenzó llamándose ‘comunidades’ y tenía una clara vinculación con la iglesia del barrio, que fue construida ladrillo a ladrillo por los vecinos y vecinas del lugar. El trabajo realizado en Harribide se basa en la acción/reflexión, impulsando así el sentimiento, desde la infancia, de que el pueblo pertenece a las personas que lo habitan.
Ricardo Santamaría, gerente de Fundación Harribide, es una de la personas invitadas a este tercer encuentro de Bherria. Ricardo explica que el nacimiento del gaztegune “tiene que ver con dar respuesta, hace 20 años, a la falta de espacios para jóvenes. Llegamos a un acuerdo con el alcalde y la concejala, que también veían la necesidad: las personas jóvenes ponemos el espacio y el Ayuntamiento la mitad del dinero para programar actividades. La otra mitad se la pedimos a Diputación. Así nace Harribide, con la participación de vecinos/as”.
Además, surge la necesidad de gestionar espacios de hostelería que obedezcan a objetivos sociales y que permitan incidir en los lugares frecuentados por jóvenes del municipio, como son los bares. De esta forma, la juventud de Etxebarri se lanza al reto de gestionar el bar de las piscinas con un proyecto que, a día de hoy, ha generando seis puestos de trabajo de inserción y otros cinco de no inserción. Por si fuera poco, se está logrando la implicación de los clubes deportivos en la lógica de la colaboración en este establecimiento hostelero.
Las asociaciones del municipio que trabajan con personas en riesgo de exclusión social toman conciencia, a raíz del primer salto de valla en Melilla en 2005, de la necesidad de poner en marcha un mecanismo de acogida a personas jóvenes migrantes. Es cuando surge la colaboración entre Izangai, la Asociación para el acompañamiento socioeducativo de personas en situación o riesgo de exclusión, la Fundación Harribide y la parroquia de Etxebarri. Uno de los resultados de esta cooperación es la puesta en marcha de hasta 16 pisos de acogida para este colectivo de personas jóvenes.
En Etxebarri, todo el potencial del voluntariado se invierte en el municipio, ofreciendo oportunidades profesionales a las personas que trabajan cuestiones sociales y educativas en la localidad.
Cuando la ciudadanía llega al Ayuntamiento
Eider Txarteria es Técnica de Cultura y Juventud del Ayuntamiento de Etxebarri, vinculada al movimiento vecinal y a las organizaciones del Tercer Sector. Compara su función en el Ayuntamiento con la tarea de gestionar todas las mañanas una escuela de participación, a la vez que nos habla de los límites de la Administración Pública, sobre todo en cuestiones de contratación. “Las asociaciones de Etxebarri están aprendiendo continuamente a presentar proyectos perfectamente redactados y justificados; pero en esto no se puede bajar la guardia, es necesario que las asociaciones estén al día en metodologías e innovación”, recalca Eider.
“En Etxebarri”, continúa la Técnica de Cultura y Juventud, “existe un modelo, no escrito, de relación público-social. Las personas que llegan a este municipio quieren participar y el relevo se da de forma natural en los diferentes espacios de participación. Por ejemplo, este año se ha dado una renovación de personas muy fuerte en la comisión de fiestas del barrio de San Esteban”.
Etxebarri tiene una de las mayores tasas de natalidad de Euskadi; el municipio crece a un ritmo acelerado y, en algunos casos, no resulta fácil dar espacio a las actividades que el tejido asociativo del municipio genera. Ahora, para Eider Txarteria, la preocupación está en lograr que Etxebarrri no se convierta en pueblo dormitorio.
Seguimos la jornada, en las instalaciones del Gazteleku Mugarri, conociendo claves diversas, aunque alineadas, que impulsan y explican el desarrollo comunitario en este municipio vizcaíno y en las que ponemos mucha atención para recoger aquello que podamos incorporar a nuestros proyectos.
Danel Marín, concejal de Fiestas, Convivencia y Participación del Ayuntamiento de Etxebarri y una de las personas participantes en el programa Bherria comparte su trayectoria: “Empecé en catequesis, comunidades, fuí monitor, integrante del grupo de música, de asociaciones, etcétera. Me involucré en ‘La Voz del Pueblo’ y salí elegido como concejal en el número 13. En un lugar como Etxebarri resulta difícil separar la faceta de ciudadano de la de responsable público y, en ocasiones, se producen interferencias entre ambas facetas”.
Las fiestas de Etxebarri son una puerta de entrada, una excusa para la acogida a nuevos vecinos y vecinas que se incorporan al municipio; las comisiones son abiertas y están conformadas por personas que disponen del apoyo técnico municipal para facilitar la coordinación con otras áreas y necesidades.
Existe también una comisión de convivencia participada por personas y entidades que van detectando necesidades y conflictos que procuran resolver. Un ejemplo del trabajo de esta comisión es “Cuéntame-Kontaidazu”, una iniciativa en la que un grupo de mayores se acercó a las aulas de los centros escolares contando a los niños y las niñas cómo era Etxebarri en el pasado. El documental “Gu Gara” es una recopilación de aquellos relatos.
Garantías y desarrollo comunitario
Una vez escuchada la impresionante experiencia participativa de Etxebarri, con la información y las ideas a flor de piel, las personas participantes en Bherria debaten al respecto de las tensiones existentes entre la estructura garantista de la Administración Local y las propuestas que nacen del desarrollo comunitario.
Algunas de las cuestiones que surgen en torno a este debate apuntan a la necesidad de acercar la función de intervención a la función social. La intervención municipal debe mantener dentro de la legalidad los procedimientos de contratación, una tarea totalmente necesaria que protege a los poderes públicos de posibles acciones irresponsables. Comprendemos las necesidades que están detrás la intervención y, al mismo tiempo, somos conscientes de que el modelo de licitación actual es obsoleto y en muchas ocasiones limita la capacidad de poner en marcha los servicios diseñados desde la ciudadanía. La función de intervención conoce y garantiza el cumplimieno de la Ley de Contratación pero no ha desarrollado una dimensión de concertación social. En este sentido, la Ley del Tercer Sector y la Economía Social brinda un marco que también debería tenerse en cuenta.
El desarrollo comunitario tiene la vocación y la capacidad de llevar adelante servicios públicos adaptados a la necesidad y a la realidad de su entorno. Existe la posibilidad de explorar fórmulas que garanticen una contratación acorde a legalidad y unos servicios públicos diseñados y desarrollados con la ciudadanía. Podemos encontrarnos licitaciones que cumplen a la perfección los criterios de contratación pero que no logran los objetivos planteados y, también, podemos dar con propuestas que parten de la ciudadanía pero que en su formulación quedan muy lejos de cumplir los requisitos mínimos para la contratación. ¿Cómo acercamos estas dos necesidades?
Las vías a explorar pasan por dar más lugar al papel de los técnicos/as municipales, ya que son el puente entre la función de intervención y las propuestas nacidas desde la ciudadanía. En su mano está el cuidado de los procesos y ayudar a realizar una interpretación de la ley que favorezca este puente.
Entramos ya en la recta final de Bherria. Estamos preparando el último encuentro de cierre de este programa que tendrá lugar el próximo 5 de diciembre en las instalaciones de Zawp Zorrozaurre, al que queremos invitar a personas con responsabilidad política y técnica en Administración Local que buscan impactar en la mejora de su entorno desde estrategias de colaboración con la ciudadanía y que no han participado en esta primera edición.
Si eres una de estas personas, puedes inscribirte rellenando este formulario. Por razones logísticas, te pedimos reserves tu plaza antes de las 12.00h de este viernes, 1 de diciembre.
Mientras tanto, y como hemos hecho hasta ahora, mantenemos la conversación y el debate en abierto por medio del blog, las redes sociales y la etiqueta #Bherria. Seguiremos difundiendo y dando a conocer experiencias de innovación en la relación público-social y en cuestiones relacionadas con el voluntariado.