Innovación pública y social abiertas. Una mirada al futuro más allá de la emergencia

Encarna Hernández defiende que se necesita músculo (inteligencia colectiva) para “dar respuesta a los nuevos retos”. Y no podemos estar más de acuerdo con esta afirmación. Es licenciada en Periodismo y doctora en Ciencia Política y Administración Pública por la Universidad de Murcia. En la actualidad, es directora de la Fundación NovaGob, desde donde desarrollan proyectos de intervención, investigación y formación para el desarrollo de la innovación en las Administraciones Públicas de Iberoamérica. Autora, docente y consultora en materia de Gobierno Abierto, especialmente en las áreas de comunicación, participación con tecnología y presupuesto abierto, tema este último que abordó en su tesis doctoral.

El 14 de octubre presentará en Bherria Topaketa su investigación para aprender y trabajar sobre proyectos concretos que han construido respuestas comunitarias en situaciones de emergencia.

Con la irrupción de la pandemia, muchos procesos de participación ciudadana que venían desarrollándose en los municipios quedaron paralizados por la imposibilidad de llevar a cabo los eventos presenciales que había previstos, pero también porque las miradas y esfuerzos se dirigieron a luchar contra el virus y sus efectos. Sin embargo, al mismo tiempo, surgieron otras iniciativas desde lo público y lo social, precisamente para dar respuesta a la emergencia sanitaria, social y económica, y afrontar la recuperación. Estas experiencias, con enfoque abierto, participativo y colaborativo se han ido recopilando por organismos como la Alianza para el Gobierno Abierto (OGP), Observatorio Internacional de la Democracia Participativa (OIDP) y también en el marco de iniciativas como Cities for Global Health. El esfuerzo de estas plataformas para el intercambio y difusión de experiencias es notable y suponen una fuente de información importante para afrontar una necesaria siguiente fase de reflexión para analizar lo acontecido y extraer conclusiones.

Este es, de hecho, el objetivo del encuentro Bherria que se celebra el próximo 14 de octubre, bajo el título “La colaboración público-social en situaciones de emergencia: claves para dar respuesta a nuevos retos”, y en el que tendremos el placer de participar desde la Fundación NovaGob, junto a Erain y La Hidra. Lo que nos proponemos durante esa jornada es exponer y debatir las conclusiones de un trabajo previo que venimos desarrollando desde antes del verano para identificar buenas prácticas (o prácticas significativas) de colaboración que hayan supuesto la unión de fuerzas desde distintas esferas y que hayan creado realmente valor y abierto camino para saber cómo afrontar los retos comunes.

Poder mirar más allá de la emergencia es fundamental. De un primer vistazo, la indagación nos lleva a pensar en el hecho de que la gran mayoría de las iniciativas que surgieron frente a la crisis estaban muy centradas en dar una respuesta inmediata, y menos en afrontar, como bien se afirma desde OGP, una recuperación y reforma “abierta”, con transparencia, participación y rendición de cuentas, y, sobre todo, mirando más a largo plazo y en sintonía con los objetivos de la Agenda 2030 (lo importante frente lo urgente). Por tanto, uno de los puntos importantes a analizar es la continuidad, esa visión de futuro (encontramos algunos, aunque pocos, interesantes procesos deliberativos sobre el futuro de la ciudad, como el emblemático de Bristol y algo menos ambiciosos pero valiosos como la encuesta de valores de Bilbao), así como la escalabilidad de las iniciativas (muestra de ello es Frena la Curva). También nos proponemos indagar en los grados de colaboración. Este aspecto es clave, pues es a partir de aquí donde se empiezan a generar sinergias que transforman a las partes implicadas y su forma de trabajar, y este cambio cultural es el que va a posibilitar que surjan nuevas y más sólidas oportunidades de colaboración.

Un nuevo vistazo al capital de experiencias nos lleva hasta las plataformas digitales de participación de los ayuntamientos. Algunas de ellas ya estaban en marcha y albergaban las fases digitales de procesos de participación tradicionales (como, por ejemplo, los presupuestos participativos), en ese momento paralizados por la crisis sanitaria. La tecnología, que ya era protagonista en la transformación de la participación ciudadana local, cobra ahora aún más protagonismo. Así, estos espacios se convirtieron en canales para la provisión y puesta en común de información, apoyo, recursos e iniciativas tanto públicas como ciudadanas, dando cabida, difusión y soporte a las redes de solidaridad en ciudades como Madrid, Barcelona, Alcobendas o Granollers. Apps para apoyar al comercio, apoyo emocional, alimentos o mascarillas para personas en situación de aislamiento y vulnerabilidad, actividades culturales y entrenamientos desde casa, y un largo etcétera. La gran pregunta aquí vuelve a la ser la continuidad y si estos lazos solidarios se han consolidado de alguna manera con el apoyo institucional a lo largo de una pandemia que aún no ha terminado. Esta perspectiva es la que subyace, por ejemplo, al proyecto comunitario desarrollado en la ciudad de La Laguna, que tendremos la oportunidad de comentar.

Esta crisis tan dura puede ser también una gran oportunidad. Es algo que escuchamos muy a menudo, pero es cierto. Las redes de colaboración y solidaridad que hemos visto, es verdad que sobre todo en las primeras semanas de la pandemia, han supuesto un rayo de luz y esperanza en un contexto, como sabemos, de desinterés y desconfianza hacia lo público (no tanto, quizá, hacia lo común). Desde la Administración Pública no se puede dejar de aprovechar esta oportunidad para establecer estrategias de colaboración con la sociedad que sean francas y estables. No tenemos otra alternativa, pues hace mucho que se sabe con certeza que las instituciones públicas no pueden afrontar por sí solas problemas cada vez más complejos. Con la pandemia, aún menos.

Por tanto, se necesita músculo (inteligencia colectiva) para “dar respuesta a los nuevos retos”, como propone el título de la jornada a la que os invitamos a participar. Ciudadanía a título individual, colectivos y organizaciones de la sociedad civil, empresas, empleadas y empleados públicos y representantes políticos, necesitamos incluir, implicar y poner a dialogar a todas y todos. Para conseguirlo, pensamos que será fundamental encontrar la necesaria “porosidad” entre todas las partes y esferas de nuestro mundo que representan, buscando los puntos de unión y espacios de encuentro entre la innovación pública y social abiertas, que naturalmente deben entrelazarse.

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