Ispaster: energía renovable y colaboración público-comunitaria para el cambio

 

La transición energética y la sostenibilidad no son posibles sólo con la aplicación de la innovación tecnológica: necesitan, y son, una oportunidad de colaboración entre la ciudadanía y la Administración Pública. Nos hemos acercado a Ispaster para conocer un proyecto pionero en nuestro territorio, un ejemplo de cómo esta sinergia puede transformar comunidades y ofrecer soluciones locales a retos globales. 

Origen en una necesidad y liderazgo público

Hace más de una década, Ispaster, enfrentó las consecuencias de una crisis económica severa que desafió a la administración local. Según Jesús Lekerikabeaskoa, ex-alcalde de Ispaster y actual concejal en el Ayuntamiento, “lehenengo pauso Biarritzenari aurre egiteko izan zen, eta ez zen egoerarik ekonomikoki egoerarik onena udalentzako, eta aztertzen hasi ginen ia non sakondu egin genuen, non eman behar genuen pausoak egoera ekonomiko hori hobetzen saiatzeko”. La administración local, consciente de la necesidad de optimizar recursos, inició un ambicioso proyecto de energía renovable para alcanzar la mayor autonomía energética posible aprovechando los recursos disponibles, como la biomasa: “hemen ez daukagu porturik, ez olaturik, ez haize puntu egoki egokirik ere ez. Baina egurra da guk eduki genuen baliabide bat“, sigue explicando Jesús. Esta apuesta, liderada desde el Consistorio, no sólo buscaba la autonomía energética, sino también inspirar a la ciudadanía hacia un modelo sostenible.

Un ejemplo de alternativa en la transición energética

En Bherria queremos seguir visibilizando proyectos que demuestran el potencial de esta manera de construir bienes comunes. Así llegamos a Ispaster, con ganas de conocer el proyecto y algunas de las personas que lo están impulsando. 

Recogemos algunas claves que pueden ayudarnos a entender el proceso en este municipio en relación a la transición energética. La construcción de viviendas de VPO evitó el cierre de la escuela, que actualmente se encuentra en proceso de ampliación; en 2008, Elexalde instaló gas propano canalizado, y el pleno municipal acordó reducir la dependencia de energías fósiles. Aunque el «impuesto al sol» detuvo el proyecto, después se creó una red de calor con madera que promovió una gestión forestal más sostenible.  Desde la calefacción de la escuela pasaron a generar un anillo de calor con 13 edificios públicos (escuela, ayuntamiento, casa de cultura…), con apoyo en placas y eliminado 5 contratos eléctricos. En estos momentos están constituyendo una comunidad energética y redactando sus estatutos.

Durante la entrevista descubrimos cómo el Ayuntamiento involucró a la ciudadanía; mediante sesiones informativas y espacios participativos se impulsó una comunidad energética que ahora gestiona autónomamente parte de las instalaciones. Esta colaboración permitió superar retos técnicos y normativos, demostrando que el liderazgo público puede sembrar confianza y motivar la acción colectiva. “Horrelako iniziatiba batzuk beti daukaten beldur asko. Juridikoki jendeak ez dakit nondik joan daitekeen, eta herriko udaletxea inplikatuta ikusten duzunean, konfiantza apur bat lortzen duzu”, apunta Jesús.

También ha sido clave  colocar  las capacidades de la ciudadanía del municipio al servicio del proyecto. Como nos recordaba Josu Errasti, concejal del Ayuntamiento, que ha sido profesor de Formación Profesional durante muchos años: “bakoitzak ditugun gaitasunak nola jarri ditugu komunitatearen alde? Ikusi nuenean herrian posibilitate bat zegoela eta jendeak interesatuta zeudela energia berriztagarriarekin eta abar, oso pozik ikusi nuen iniziatiba hau eta buru-belarri bultzatzeko”.

Algunos aprendizajes tras años de trabajo

El proyecto nos deja algunos aprendizajes para seguir reforzando las iniciativas de colaboración público-social:

  1. Liderazgo desde lo público: la administración local actuó como motor inicial, promoviendo cambios visibles en edificios públicos, que sirvió para convencer a la ciudadanía del potencial de las energías renovables.
  2. Participación activa: la creación de una comunidad energética basada en la autonomía y la toma de decisiones conjunta fortalece el tejido social. La clave fue ofrecer apoyo técnico y administrativo desde el municipio.
  3. Escalabilidad: a partir de un núcleo inicial en el casco urbano, se expandió a otros edificios más dispersos, demostrando que la descentralización es posible si se estructura bien desde el inicio.
  4. Colaboración internacional: las interacciones con proyectos en Finlandia, Polonia e Italia aportaron inspiración, reforzaron las apuestas y evidenciaron que cada contexto necesita soluciones adaptadas.

Una última idea final

Queremos cerrar con una imagen interesante de la conversación: una invitación a no dejarse frenar por trabas legales o burocráticas, buscando siempre oportunidades, y una declaración de congruencia y enfoque práctico por parte del ayuntamiento «En invierno, la luz se va con menos frecuencia en el pueblo. Las vecinas y los vecinos notan que en el Ayuntamiento siempre hay electricidad, lo que representa una gran invitación a sumarse al proyecto”, concluye Jesús.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *