Formamos parte de la comunicación en red. Esta manera en la que accedemos a la información, y nos convertimos en personas generadoras de opinión, no tiene vuelta atrás. Una vez más, transitamos de una lógica de la escasez a otra de abundancia, el conocimiento está en la red y éste se construye de forma social. La democratización de la práctica de la comunicación ha generado un nuevo estilo de relación que impacta de manera directa en las formas de participación ciudadana.
Bajo esta premisa iniciamos el tercer Ágora de Bherria, ‘Comunicación Digital para el encuentro con la ciudadanía’, enfocando la comunicación no solo como una poderosa herramienta de movilización social, sino también como una oportunidad de escuchar, generar confianza y construir un relato compartido en los procesos de colaboración entre la ciudadanía y la Administración Pública. Este post cobra mayor sentido unido a las ideas que Ricardo Antón y Manu Fernández exponen a partir de su trabajo de facilitación en sus respectivas Ágoras de este programa.
Las instituciones necesitan adaptarse para ofrecer nuevas respuestas y soluciones a la ciudadanía. Si salud pública implica hospitales y personal sanitario, o la planificación urbana requiere de plazas, calles y alumbrado ¿dónde está el valor público en la comunicación? En este Ágora, hemos reflexionado y recogido algunas de las características definitorias del cambio de paradigma que ha provocado Internet:
- Impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en las formas de participación social. Nos encontramos con una ciudadanía formada e informada, una ciudadanía activa en la producción de información y opinión gracias a la utilización de los canales de comunicación sociales. La comunicación para la participación no es una herramienta que sirva únicamente para informar sobre el lanzamiento y fin de proyectos, sino un medio que ayuda a conseguir resultados y que comienza en la propia gestación del proceso.
- La comunicación distribuida diluye las fronteras entre el rol de emisor y el de receptor de información; abrimos la comunicación para sumar personas interesantes/interesadas en alguna cuestión que impacta en su entorno. Al mismo tiempo, centralizamos, construimos red y ponemos foco en aquello que nos concierne.
- Comunicación pública. Las conversaciones en red hacen posible el surgimiento de nuevas formas de organización social y de intercambio de conocimiento. Las personas se empoderan; no buscan a alguien que les diga qué tienen que hacer, buscan personas y herramientas con las que hacer lo que quieren hacer.
- La construcción de relato de forma compartida, otorga voz a las personas que forman parte en procesos de colaboración con la Administración Pública y, al mismo tiempo, legitima dichos procesos. La construcción de un relato compartido facilita, además, la transición de posiciones individuales a enfoques colectivos.
- Escucha activa y monitorización, de forma sostenida, estructural, para detectar las necesidades de la ciudadanía y, puntualmente, para conectar y hacer partícipe de cada proceso de participación ciudadana a personas y agentes que puedan sentirse concernidos.
- Lograr la confianza y vinculación, por medio de los procesos comunicativos con valor público, es el paso previo a poner en relación a las diferentes personas que se suman a una propuesta de colaboración.
- Lo digital para apoyar lo presencial; los medios sociales permiten, además de detectar personas, conectar con ellas, atraerles, informales y proponer espacios de encuentros presenciales.
Juega a imaginarte la comunicación distribuida pinchando en un nodo y arrastrándolo
A lo largo de estas semanas, hemos mantenido conversaciones al respecto de las características de este nuevo (ya no tan nuevo) paradigma de la comunicación y su impacto, concretadas en tres ejemplos muy distintos de colaboración entre ciudadanía y Administración Pública: Lan Irekia, un proyecto para el desarrollo de iniciativas ciudadanas con trasfondo social, impulsado por Gobierno vasco; #GetxoKirolak, un proceso para construir una comunidad de deportistas que comunican y contribuyen a una ciudad más saludable, impulsado por Getxo Kirolak (Ayuntamiento de Getxo); y #BilborockLab, un proceso de participación para escuchar a las personas jóvenes de Bilbao e incorporar nuevas propuestas de usos y actividades en Bilborock, impulsado por el Área de Juventud del Ayuntamiento Bilbao.
De estas tres propuestas surgen varios aprendizajes. Merece la pena refrescar el hecho de que las personas, y las organizaciones, necesitamos entornos de relaciones favorables para desarrollar iniciativas con posibilidades de éxito. En este marco, se hace imprescindible propiciar y mantener espacios de encuentro (presenciales y digitales) donde compartir experiencias, colaborar, contrastar y buscar apoyos mutuos que ejerzan de palanca para pasar a la acción. La ciudadanía ya lo está haciendo; busca y comparte información, pide contraste y experimenta en nuevas fórmulas de relación. Aprender de estas prácticas ayudaría a generar nuevos espacios sostenidos en el tiempo.
Admitiendo que la tarea es ardua y compleja, estos tres casos (y muchos más que ya existen), demuestran que es posible convocar a la ciudadanía y lograr que se acerque a la Administración Pública.
“Y, si sabemos que esto funciona, ¿por qué no se incorpora como práctica habitual para resolver problemas que afectan a todas las personas?”, es uno de los interrogantes que sonaban en este Ágora.
Una derivada de esta pregunta es que desde las administraciones públicas nos acercamos cada vez más a la ciudadanía a través de procesos de participación, pero existe un reto mayor al de las convocatorias puntuales que consiste en mantener la vinculación con la ciudadanía de forma estable, desde una lógica de funcionamiento de lo público. Esto supone salir de las zonas de confort, activar conversaciones, establecer líneas de acción, medir impactos y asumir algunos riesgos.
El contacto con la ciudadanía permite detectar colectivos, grupos de personas con intereses o necesidades comunes; el solo acercamiento supone una oportunidad para que estas personas pueden conocerse y ponerse en relación. Nos gusta decir que cuando las personas se ‘juntan’ pasan cosas; son los primeros pasos para impulsar comunidades que se organizan y ofrecen solución a las cuestiones que impactan en su entorno.
En los distintos procesos participativos que hemos analizado, y en los que hemos sido parte activa, hemos comprobado que aunque la estructura y los recursos de comunicación disponibles todavía no estén del todo a punto para dar respuesta a las demandas actuales, podemos encontrar grietas de acción que, además, aportan conocimiento en nuevas formas de hacer. Son pequeños movimientos en los que aprender a mover(nos).
Mantener el vínculo para colaborar con la ciudadanía requiere de una revisión de los procesos actuales. En las mayor parte de las ocasiones, nos encontramos con dos conversaciones que se desarrollan en paralelo: una, en el seno de la Administración Pública; otra, entre la ciudadanía. El desafío consiste en lograr una tercera conversación, resultante de la suma de las anteriores, es decir, conectar en un mismo dial. Es aquí donde generamos valor público, que precisa de acuerdos con la ciudadanía para la utilización de espacios comunes de conversación y escucha activa.
¿Qué elementos de comunicación digital planteados en Bherria podemos incorporar a la tarea diaria de la Administración Local una vez finalizado un proceso participativo? ¿Hasta qué punto es posible desvincularnos de lo que nos conecta de forma directa con la ciudadanía sin alejarnos de ella?
Arantxa Sainz de Murieta. Socia fundadora de Komunikatik, es consultora en comunicación y marketing digital con amplia experiencia en medios de comunicación convencionales, fundamentalmente en prensa. Licenciada en Periodismo, con especialidad en Publicidad, Máster en Marketing y Social Media. Profesora del Máster de Marketing y Dirección Comercial de la Facultad de Económicas de la UPV/EHU. Además, es una de Doce Miradas. |